sábado, 21 de febrero de 2015

QUIJOTE URBANO.



El sueño se hace difícil y más aún cuando se esta despierto, cuando se vive en contacto con la realidad y no vista desde un dragón rosa  cubierto de un tul blanco lleno de azucenas y mariposas. Pero yo quiero soñar, se me hace necesario llevar conmigo la ilusión imaginaria de un mundo lindo, lleno de manos que levantan letras y voces que marcan todos mis sueños.
   Como  Quijote urbano, salí  llevando un sueño como lanza y como escudo la esperanza de una noble labor, tenía todo lo necesario para derrotar a los molinos vestidos de consumos y vicios de la enseñanza.
 Hoy hablaré de lugares lejanos, de princesas, de animales mitológicos y seres mágicos llenos de soluciones. Pero, ¿a quien le diré lo maravilloso de un mundo nuevo? ¿ podré mostrar la sabiduría de las palabras?, ¿ encontrare el lugar exacto para combinar sueño con realidad?. El camino se divide entre el orgullo de saber que llevo un mensaje a quien quiere escucharme y la misión de hablar con el que no puede escuchar, por que el querer, ya no forma parte de su universo.
 Existe un mundo donde los príncipes se queman, juntos a los dedos con encendedores plásticos, donde la sangre en la boca es la merienda cotidiana  que rige como identificación del abuso, donde la vida no existe y la infancia es solo un problema de los que tienen que pagar por mis consumos. El cuerpo no esta hecho a imagen y semejanza, no hay parecido posible que entre en una palabra y la calle se hace ancha, mientras yo pienso en utopías.
 Ejércitos de habladores llegan, pero cambian el camino por el halago, el espacio y el reconocimiento efímero de un aplauso lleno de abanicos chinos y perfumes comprados por un semejante en el penúltimo aeropuerto.
 Pero por que preocuparse, si ya todo esta publicado, pero no en mis sueños.
 Hay manos que no pueden sostener la sombra del atardecer y voces que nunca serán  escuchadas, por que mientras las encuadernaciones y láminas brillantes  hablen de los otros, yo tendré que seguir soñando despierto.